La historia de Romina Tejerina comienza poco después de su cumpleaños número 18, una noche de agosto en la que su vecino la violó. Producto de esa violación ella quedó embarazada, e intentó abortar por los medios a los que una joven de un barrio carenciado puede acceder, ninguno de ellos, claro está, es una clínica privada en condiciones de higiene y seguridad. Finalmente, en el baño de su casa parió al fruto de esa noche de abuso y violencia, y fuera de sí misma, al ver en él la cara del violador, lo apuñaló. La justicia jujeña no la dejó ni recuperarse de la infección en el hospital, que ya la habían apresado. 14 años de condena fue el veredicto del juicio/farsa mientras su violador está libre.