#8M | El mundo tembló con el Paro Feminista
Por Tofi Mazú
Las postales del #8M en todos los rincones del mundo son espectaculares. Las mujeres y la diversidad, que habían constituido el primer sujeto político que salió a plantarle cara a Trump y que con el #ElleNao fueron la principal oposición a Bolsonaro, volvieron a demostrar su fuerza como nunca antes. La cuarta ola feminista es innegable, como es innegable que estamos hablando de un movimiento internacionalista, que no conoce fronteras para organizarse y hacer temblar la Tierra. Más de 160 países adhirieron a la convocatoria mundial en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Amércia Latina, varios países de Europa y Asia se unieron en un grito global este 8 de marzo, recuperando lo mejor de la tradición clasista, que había hecho surgir esta fecha emblemática hace ya más de cien años.
América Latina ruge por los derechos de las mujeres
Argentina es claramente la Capital Mundial del Feminismo. Desde el primer #NiUnaMenos, y ahora con la marea verde, ha sabido iniciar un efecto contagio en toda la región. Fue el detonante de una bomba de tiempo que tarde o temprano iba a estallar. La clandestinidad del aborto y las olas de femicidios y transtravesticidios se cobran la vida de cientas y cientas por año; y esta barbarie no se aguanta más. El rugido en el continente fue unánime este 8 de marzo, a pesar de que en muchos países –como el nuestro- el paro no fue efectivo.
La asunción del misógino, homofóbico y ajustador de Bolsonaro representa un verdadero peligro para las mujeres y la diversidad de Brasil. Este gobierno de tinte fascistoide ha aprobado ya leyes, como la de portación de armas, que han impactado directamente en un aumento de la violencia machista: en lo que va del año, se registra la escandalosa cifra de 170 femicidios en el país vecino. Pero, al calor de la lucha por justicia por Marielle Franco, sólo en San Pablo salieron a la calle más de 50.000 personas. El resultado: la detención de los asesinos de Marielle. Allí estuvieorn nuestra compañeras de Vermelhas, militantes feministas y socialistas, en la primera fila de un día histórico.
En Costa Rica, un país más papista que el propio papa, la marcha puso sobre la mesa la necesidad de un estado laico y del cese de los femicidios. Nuestras Compañeras de Las Rojas se encuentran allá a la vanguardia del movimiento por el aborto legal, realizando una campaña en San José para aplicación del aborto impune, con sus propios pañuelos verdes y una bandera roja donde se leía “contra el patriarcado y el capital”. Las ticas denunciaron al ex-presidente Oscar Arias por abusos sexuales y a varios jerarcas de la Iglesia Católica por pederastía.
En los países del Cono Sur, donde el aborto es ilegal y la violencia machista una plaga, las nuevas generaciones llenaron las calles con la fuerza del abrazo internacional de millones que estamos en la misma trinchera. En Chile, marchó la impresionante cifra de 400 000 personas, muy cerca de la masividad alcanzada en Buenos Aires. Las uruguayas, que habían conquistado el paro efectivo, clamaron “hoy, 8 de marzo, paramos y marchamos porque es tiempo de la rebelión de las mujeres”.
El viejo continente vibró al son de la huelga general
El Estado Español es la cuna del feminismo europeo y allí, la huelga general fue una realidad. Eso permitió números espectaculares en las movilizaciones, porque todas y todos pudieron marchar. En Madrid, 700.000; en Barcelona 300.000 y en Bilbao, también, por sólo dar algunos números. Volvió a cantarse la reversión feminista de “A la Huelga”, la canción de resistencia al franquismo de Chicho Ferlosio. Los primeros reclamos fueron el cese de la violencia machista y los femicidios, y la paridad salarial entre varones y mujeres, poniéndose de manifiesto la precarización que pesa sobre los hombros de las trabajadoras. El debate que cruzó al movimiento en sus asambleas organizativas fue la posición ante la explotación sexual, donde el abolicionismo logró hacer pesar su reclamo. En medio de esa discusión, Las Rojas de Barcelona consiguieron armar una columna clasista junto a compañeras de la organización Ultravioleta, bajo la bandera “feminisme de classe per canviar.ho tot” (feminismo de clase para cambiarlo todo) y con pancartas donde se veían a Rosa Luxemburgo, Marielle Franco y Berta Cáceres.
En Italia, un millón de personas salieron a la calle en todas las plazas del país bajo el lema “non una di meno”. En Berlín se declaró el paro en media jornada por primera vez un ocho de marzo. En el mundo árabe se salió a marchar contra las dictaduras, contra el velo obligatorio y contra la violencia machista, donde se sigue ajusticiando a las mujeres en la plaza pública a los piedrazos.
Que la cuarta ola se plantee cambiar el mundo
Si hay algo que hemos aprendido de las fundadoras del 8 de marzo es que la lucha es internacional y de clase. Las obreras y dirigentes revolucionarias que en 1910 organizaron el primer Día Internacional de la Mujer Trabajadora lo hicieron en todo el mundo y cuestionando el poder burgués, por explotador y opresor. En Argentina, particularmente, se evidenció una vez más la fuerza que tiene la izquierda revolucionaria en el movimiento feminista. En los países donde el paro fue efectivo, se expresaron las demandas de la clase trabajadora, dejando en claro que las demandas de las mujeres, trans y travestis son de todas y todos y que los opresores y explotadores que nos roban el salario son los mismos que garantizan el aborto clandestino y avalan a violadores y femicidas.
Se avecinan tiempos más convulsos. Mientras monstruos como Trump o Bolsonaro se yerguen en en el poder, el feminismo sale a las calles como una respuesta ante todos los reaccionarios, enemigos del pueblo trabajador. El hambre, la miseria, los crímenes de odios, las deportaciones, la crisis económica… golpean en todo el planeta; y el movimiento feminista aparece para dar respuesta, con movilizaciones masivas que ponen la piel de gallina. A pesar de los esfuerzos de las corrientes reformistas y de los agentes directos del patriarcado y el capital, cada vez les resulta más difícil separar los reclamos. La historia se está escribiendo con los pasos de las mujeres, pero se vuelve día a día más imperiosa la unidad de todas y todos contra la dictadura del capitalismo y toda su barbarie machista. Las Rojas nos proponemos intervenir en esta cuarta ola con una perspectiva feminista y socialista. Luchamos por cada reclamo, pero organizadas para que el poder no lo tenga más el 1% que vive del trabajo ajeno, las Iglesias y todos los reaccionarios. Nos abrazamos con los millones de personas que sienten propias las causas del movimiento feminista, porque entendemos que es en la lucha donde se encuentra el germen de una sociedad nueva, libre de toda explotación, opresión y violencia.