Barreda y el Monstruo de Austria: la continuación de la…
El austríaco encerró a su víctima en un sótano con un código electrónico en la puerta. Dijo que ella se había ido con una secta, y le hacía escribir cartas que lo confirmaban. Trajo a la casa a los hijos de la violación más llorones, para que no los descubrieran por el ruido que hacían. Y todo para ocultar su perversión ante los vecinos, la justicia y el resto de la familia. Si hubiera vivido en un barrio pobre de la Argentina, se hubiera ahorrado tiempo y dinero.