Mirá cómo nos ponemos
Por Aye Obladi
Algunas risas, modestas, recorrían el escenario. Algunas seriedades también. Unas hablaban con otras y cada gesto de cada actriz parecía mostrar la justa combinación entre el abrumador nerviosismo y la abrumadora alegría por estar ahí, todas juntas, en el escenario frente a las cámaras, pero esta vez no para escenificar una obra de teatro o una novela y, esta vez, el único vestuario que se imponía era el de sus pañuelos verdes. Todas las actrices tenían en sus muñecas los pañuelos verdes. No es casualidad que al tomar la palabra Melania, nos cuente que la Colectiva de Actrices Argentinas nació al calor de la lucha por el aborto legal, allí, al calor de la defensa de poder decidir sobre sus propios cuerpos se encontraron, se juntaron y hoy cantan por el aborto legal en el hospital. Al culminar la arenga, nos cuenta que el método que se dieron para encontrarse y organizarse, fue el de las asambleas, reunidas ellas en tanto mujeres y en tanto trabajadoras de la cultura. Melania culmina su discurso con dos palabras que serán el centro de la conferencia, la necesidad de estar JUNTAS y ORGANIZADAS, luchando por sus derechos.
Laura Azcurra, la vocera principal, vuelve a tomar la palabra y luego las actrices comienzan a leer el comunicado de la Colectiva Actrices Argentinas. Griselda inicia la lectura. Dice primero lo que todos esperan que diga. »La Colectiva Actrices Argentinas convoca a esta conferencia para acompañar la denuncia penal radicada en Nicaragua… realizada por nuestra compañera Thelma Fardín contra Juan Darthes». Hay una víctima y un victimario, tienen nombre, apellido y una cara.
El comunicado prosigue, se enmarca la violencia de género hacia las mujeres en un régimen de violencia e impunidad sostenido por el Estado como por cada espacio donde se encuentran relaciones de poder. Prosiguen mostrando el entramado de relaciones y silenciamientos propios de la industria del espectáculo y el entretenimiento, donde la opresión y la cosificación con la erotización de sus cuerpos, es moneda corriente. Nombran otro factor estructural, la precarización y la falta de trabajo para las actrices. También y con marcado énfasis, el rol obstaculizador de la justicia y el Estado. Nombran el caso de Lucía Pérez. También, el rol de los medios hegemónicos de comunicación.
Jazmín, culmina diciendo que ante todo ese maltrato e indiferencia, las actrices se organizan. Frente al «mira como me pones» ellas dicen »mira como nos ponemos», JUNTAS y ORGANIZADAS.
En la Colectiva de Actrices Argentinas se encuentra el inicio de una apuesta colectiva, de una forma, un método, una estética. La necesidad de poder pensar (en un esfuerzo intelectual, crítico-reflexivo) la violencia de género en un entramado de poder dándole jerarquía a dos instituciones principales, el Estado y la justicia, y de comprender la especificidad de su violencia en tanto trabajadoras, una industria del espectáculo que hace de la mujer una mercancía sexuada a la altura del capitalismo patriarcal. Y de comprender la importancia de la variable económica que las hace más vulnerables, la precarización y el desempleo. Pero pese a ello, ellas dan la cara, denuncian, van a la justicia patriarcal, van a los medios hegemónicos y si es tristemente necesario, montan una conferencia saliendo casi por cadena nacional, para que las escuchen. Y denuncian que No se callan más. Porque saben que una mujer, cuando se organiza, se piensa colectiva y no individu(a), puede pasar de ser víctima a luchadora.
Porque ante el poder de este Estado y la justicia capitalista patriarcal, porque ante el poder del hombre que piensa que puede hacer lo que quiera con el cuerpo de una mujer, ellas le oponen el poder de las mujeres organizadas por sus derechos. Y seguirán y seguiremos exigiendo cárcel para los violadores, cárcel para Juan Darthes, el fin de un Estado y de una justicia machista patriarcal, el fin de la cultura machista de la industria del espectáculo, el fin del lugar recluido y de anonimato en que este sistema nos quiere colocar. Ellas, nosotras, no nos resignamos, le ponemos el cuerpo, ese mismo cuerpo que todos los días es violentado, y convertimos el dolor en lucha y organización.