La Plata | El intendente quiere prohibir la marcha del orgullo

 

La Plata | El intendente de Cambiemos quiere prohibir la marcha del orgullo:

Facho… y mal muchacho

 

MARCHA del orgullo

Por Delfi Castellú

Esta semana el colectivo LGTTBI se desayunó con la noticia que el intendente de La Plata, el oficialista Julio Garro, había decidido cancelar la 5ta marcha del orgullo en   esa ciudad alegando que no contarán con el personal de control urbano necesario para garantizar la seguridad durante la manifestación. Según Cambiemos, esto se debe a que más de 300 de estos uniformados fueron asignados a la seguridad de un evento privado de magnitud como es el último recital de Roger Waters, y un festival a celebrarse ese mismo 10 de noviembre en la Ciudad de los Niños. No es la primera provocación de parte de Garro: el pasado 31 de octubre más de 50 organizaciones ya se habían manifestado en contra de un nuevo código de convivencia de carácter totalmente retrógrado, orientado a criminalizar la protesta social, la actividad de los vendedores ambulantes, perseguir a personas en situación de prostitución y estigmatizar aún más a las diversidades sexuales.

A pesar de que no sorprenda que uno de los acólitos del gobierno neoliberal y privatizador de Macri privilegie un mega evento, como un recital de un reconocido artista internacional, contra los reclamos de sus propios ciudadanos, hay algo central que está sobre la mesa para entender la cancelación de la marcha del orgullo. Este año el colectivo LGTTBI estuvo organizándose desde abril en reuniones y comisiones organizadoras democráticas y abiertas, que dieron como resultado una serie de consignas de fuerte carácter de denuncia de las políticas de ajuste y represión del gobierno tanto nacional como provincial dirigido por Cambiemos. Por empezar hubo acuerdo en que la consigna central de las manifestaciones de este año sea “en contra del genocidio de trans y travestis”, reconociendo la responsabilidad del Estado ante la falta de implementación de la ley de cupo trans y la avanzada represiva. Es alarmante, por ejemplo, la campaña de calumnias y criminalización por parte de algunos medios de comunicación oficialistas y funcionarios estatales, como la fiscal Ana Medina, que justifican detenciones arbitrarias llevadas adelante por la policía a miembros de la comunidad, alegando que se los detiene porque son “narcos”.

Además, se hace hincapié en las denuncias a los planes de ajuste de Macri quien, de la mano del FMI, quiere implementar un presupuesto de miseria (que con los votos del PJ y demás fuerzas patronales ya consiguió la media sanción de la honorable cámara de diputados…); que no solo pretende hambrear al pueblo en general, sino que afecta de manera particular a las diversidades. Así, el colectivo LGTTBI denuncia la falta de inversión en salud pública de calidad, que se traduce en particular en la necesidad de mejor legislación en materia de VIH, hepatitis virales y demás enfermedades de transmisión sexual; sumado a la amenaza constante de que el macrismo decida dejar de cubrir los medicamentos gratuitos correspondientes. Por otra parte, se reclama la falta de presupuesto para educación pública, gratuita, laica y de calidad, lo cual (además de una falta de voluntad política) obstaculiza que se aplique la Ley de Educación Sexual Integral. La misma permitiría, por ejemplo, problematizar el flagelo del homo lesbo trans odio, la discriminación y exclusión laborales que sufre el colectivo; es decir, que la ESI debería funcionar como una herramienta que sirva para despatologizar las diversidades a los ojos de la sociedad.

Pero la lucha no es solo contra el plan de ajuste del gobierno, sino también contra la complicidad que mantiene con la Iglesia Católica: es sabido que esta institución reaccionaria y oscurantista mantiene una pelea a muerte contra los derechos de mujeres y diversidades (mientras oculta los innumerables casos de pedofilia perpetrados por su ejército de curas abusadores[1]). Por eso una consigna clara para esta marcha del orgullo es “Macri y la Iglesia son anti-derechos”, denuncia que este año está particularmente atada al vergonzoso veto de la legalización del aborto que llevó adelante el Senado, institución antidemocráticas si las hay, que arroja a las mujeres y cuerpos gestantes a las garras de la policía que los persigue, al estigma de la clandestinidad y, en el peor de los casos, a las muertes producto de las condiciones paupérrimas en las que interrumpen esos embarazos en la ilegalidad. Sin mencionar que la Iglesia fue la principal opositora a la ley del matrimonio igualitario sancionada finalmente en 2010. En este sentido es que una de las propuestas fuertes de esta marcha también sea la separación de la Iglesia y el Estado, que tuvo una interesante recepción entre la juventud con sus pañuelos naranjas, y las campañas de apostasía colectiva, pero que además, de lograse dicha separación, se traduciría concretamente en el cese de financiamiento estatal a esa institución religiosa. Millones de pesos que van todos los meses a los bolsillos de los obispos de Bergoglio, y que podrían ser utilizados para mejoras en salud, educación, planes de inserción laboral, etc. No es de extrañar entonces que el intendente Garro, flamante graduado de la Universidad Católica de La Plata, no quiera permitir que una marcha con estas consignas claras de oposición al gobierno y a la Iglesia se lleve adelante, en un 2018 que estuvo marcado a fuego por las luchas de lxs de abajo.

La conclusión es que hoy más que nunca hay que plantarse para defender los derechos conquistados y dar la pelea hasta el final por todas las reivindicaciones que aún no han sido conseguidas. No solo en Argentina, a lo largo y ancho del mundo somos testigos de un despertar de los de abajo, de la mano del movimiento de mujeres, pero aunado también a las peleas del movimiento LGTTBI. Mientras por arriba ganan monstruos reaccionarios como Trump o Bolsonaro, por abajo hay todo un movimiento de organización y resistencia que marca la pauta del camino que hay que seguir: ¡el de la organización y la lucha en las calles!

[1] Son notables los casos que salieron a la luz no solo en Argentina, sino también en Chile, donde la visita del papa Francisco en enero de este año tuvo un tibio recibimiento y fue blanco de múltiples críticas y denuncias por encubrir curas violadores de alto rango. Ver nota: http://lasrojas.com.ar/crisis-en-la-iglesia-catolica-chilena/