El Gobierno de Kristina nos niega derechos y trabajo genuino…

El gobierno de Kristina nos niega derechos y trabajo genuino y nos da tarifazo y represión


kromberg

Comienza el tercer período de gobierno kirchnerista, y los balances se vuelven bien concretos. En poco tiempo sobran novedades: represión brutal a la pueblada de Famatina; espionaje del Estado contra trabajadores y militantes; imposición de un techo salarial tan alejado de la inflación que hace corcovear incluso a la burocracia sindical más obediente, que teme verse desbordada por la reacción de los trabajadores; a esto se suma la escandalosa desinversión en el transporte que terminó en el desastre de Once.

Como era de esperarse los derechos de las mujeres siguieron el mismo camino: pasamos de la promesa electoral de los diputados K de votar el aborto legal aunque Cristina esté en contra, al boicot masivo de esos mismos diputados al debate del aborto en el Congreso. La ley de educación sexual en la escuela pública quedó reducida a folletos con consejos para los padres. Curas y jueces siguen impidiendo los abortos no punibles, ahora de la mano de los gobernadores K recientemente elegidos.

 

“La evolución de una sociedad se mide por la situación de las mujeres»

Esta idea fue postulada por un socialista utópico llamado Charles Fourier y rescatada por Marx, pero no hace falta ser socialista para sentir el “sabor de verdad” que emana de esta frase: cualquier persona con dos dedos de frente asocia el aumento de la violencia contra las mujeres con el atraso y la descomposición social. ¿Qué pasa entonces en la Argentina? Si en la última década la situación parece haber mejorado, ¿qué mecanismo está produciendo a la legión de psicópatas que parecen imitarse unos a otros, y todos a la Inquisición medieval, torturando, quemando y matando mujeres?

Nos parece que para abordar este problema hay que empezar desde la economía. Porque es cierto que el Argentinazo convenció a la burguesía de que, aunque les costara algo de dinero, había que mejorar el nivel de vida de las clases populares para evitar una revolución, y el gobierno K llevó adelante una política para aumentar el empleo. Pero el modo en que esto se implementó hizo que, en vez de disminuir, la desigualdad de género aumentara: la tecnología no se modernizó como para incluir mujeres en la gran industria; nadie obligó a las patronales a emplear a mujeres, y éstas sólo las admiten en los puestos de trabajo peor remunerados y no se creó una red de guarderías estatales; por esto mismo, los estudios terciarios les están vedados a las jóvenes madres, y todos sabemos que el título secundario no sirve para un buen empleo. Mientras crece el acceso al empleo formal de los varones, las mujeres siguen condenadas al subempleo informal, y su único “empleo seguro” sigue siendo la maternidad, o sea, la dependencia respecto de un varón. La base material de la opresión de género se afirma cada día más.

Sumémosle a esto las políticas en cuanto a derechos sexuales y reproductivos del gobierno K: el breve silbido progresista del matrimonio igualitario fue ensordecido por las campanadas de reconciliación de Cristina con la Iglesia, con los resultados que describimos más arriba: ni educación para decidir, ni anticonceptivos para no abortar, ni aborto legal para no morir.

Y frente a la ola de femicidios, el gobierno no movió un dedo. La ley contra la violencia sancionada en 2009 no se reglamenta por falta de presupuesto. La acción de la justicia ante las denuncias es tan nula, que la única vez que un juez metió preso a un golpeador para que no mate a la mujer, salió en los diarios como una gran noticia. No hay refugios. No hay custodia para las mujeres amenazadas.

La posición del gobierno es clara: ajuste para todos y arreglárselas con 200 pesos por hijo.

 

¿Qué haría un gobierno que quisiera parar la ola de violencia?

– Separación de la Iglesia del Estado. Anulación del financiamiento a la Iglesia y escuelas religiosas y utilización de ese dinero para otorgar a las mujeres, tengan o no hijos, un subsidio que les permita educarse para conseguir un trabajo bien remunerado.

– Plan de inclusión de mujeres en todas las empresas, en condiciones igualitarias, bajo pena de multas reales para los patrones que no cumplan, o que intenten despedir trabajadores para cumplirlo.

– Lavaderos, comedores y guarderías públicos en todos los barrios populares y lugares de trabajo.

– Planes de vivienda con prioridad para mujeres, para que ninguna tenga que aguantar violencia para no quedar en la calle.

– Educación sexual laica, científica y feminista en la escuela pública, orientada a condenar la desigualdad de género, desde el jardín de infantes. Formación de los docentes en general en esta materia. Cierre de las instituciones que enseñen como buena la sumisión de la mujer al varón

– Expulsión de su cargo de los gobernadores que no acepten la educación sexual pública en sus provincias o mantengan la educación religiosa en la escuela pública, como sucede hoy mismo en Salta.

– Expulsión de su cargo de los jueces y funcionarios que amparen las redes de trata, a golpeadores, violadores y abusadores de niños, o nieguen el derecho al aborto no punible.

– Cárcel efectiva a los que amenacen o golpeen a mujeres. Refugios estatales en todas las localidades para mujeres en situación de violencia.

– Anticonceptivos gratuitos en los hospitales.

– Aborto legal, libre y gratuito en los hospitales públicos.

 

Hora de definiciones

Las medidas que el gobierno comenzó a tomar este año indican para dónde va: ajuste y represión en defensa de los negocios de la gran patronal. Mientras caen los subsidios, el atraso de la estructura productiva del país se pondrá cada día más en evidencia, arrasando con las expectativas de los trabajadores e incluso con su vida, como sucedió ya en el desastre del ferrocarril. Como lo hizo la población de La Rioja, más y más trabajadores y sectores populares van a empezar a salir a la lucha. Estos son los verdaderos aliados del movimiento de mujeres, no el gobierno nacional ni los caraduras parlamentarios que prometieron el aborto legal para que los votáramos y después boicotearon su tratamiento.

Es hora de poner en pie un movimiento de mujeres de lucha, independiente del gobierno, y también de cualquier político del régimen. Por ejemplo, la diputada Donda denuncia al gobierno K por su negativa a otorgar el aborto legal, pero nos llama a votar Binner, que ya aclaró que si fuera presidente lo vetaría en cuanto el Congreso lo aprobara. No nos extraña: la patronal sojera y la Iglesia son lo uno indivisible. ¡Basta de trampas! ¡La pelea es del movimiento, no de los políticos burgueses!

El movimiento de mujeres tiene que dotarse de un programa claro de acceso igualitario al trabajo genuino, desmantelamiento de la trata, basta de violencia y aborto legal ya. Unir sus banderas a todas las luchas del movimiento obrero y popular, contra el saqueo y la contaminación de las megamineras, por un salario acorde a la canasta familiar, contra la persecución a los que luchan. ¡Basta de ajuste y represión K!