El Cuento K de la igualdad

El Cuento K de la igualdad de oportunidades

(Que no es lo mismo que el cuento de la buena pipa, pero casi…)


 

a woman´s place

Es 14 de diciembre en un jardín de Infantes del Gran Buenos Aires (cumpliendo los 183 días de clase correspondientes), recién vino Papá Noel con el regalo que después de largas recorridas y con lo que junta la cooperadora con sus actividades les pudimos comprar a los chicos. Todo es una fiesta para un niño pequeño…

Al rato llegan dos académicas del Ministerio de Educación de la Nación a supervisar las actividades que estuvimos haciendo producto de la participación en uno de los grandiosos programas K para fomentar la participación de la comunidad (pobre) en las escuelas (pobres), con académicos (¿pobres?). Recorren el jardín, hablan con los “chiquitos”, sonríen, anotan… una les cuenta todo lo que diariamente hacemos las maestras (con o sin programas de apoyo) para sostener la educación, la falta de recursos humanos, los problemas sociales acuciantes y desbordantes, el agobio…

Terminando ya su recorrida, no pueden dejar de hacer una alusión (también infaltable en toda conferencia pro K, sea del tema que sea) a la asignación universal por hijo, la que reciben la mayoría de las madres de los niños del jardín, y preguntan:

¿Les parece que mejoró la situación de los niños desde que cobran la asignación?, ¿las mamás les compran ropita nueva?…

Nos miramos con la otra maestra y casi que nos da pudor responder, porque un insulto sería la única respuesta a tamaña pelotudez…

 

El cuento K

En cualquier salón oficial se pasean académicas y funcionarias llenándose la boca con las bondades que hizo la asignación universal por hijo en la población argentina y planteando que esta asignación no es un plan social.

Ahora bien: “no es un plan social” y a todos los que lo cobran le sacaron “todos” los planes sociales, becas de secundaria, etc. La mayoría son desocupados o con trabajos que proporcionan un ingreso miserable, entonces ese piso mínimo que garantiza no está ni cerca de proporcionar una igualdad de oportunidades con un trabajador que cobre un salario digno; seguramente ellas pueden comprar algún yogurt más, algún par de zapatillas y obviamente para ellas es muy importante en sus vidas, pero no se puede ser tan necio de decir que eso ofrece ¡¡¡“igualdad de oportunidades”!!!

Es verdad, obliga a las madres a llevar a sus hijos al médico todos los años, a vacunarlos, a llevarlos a la escuela, para poder cobrar el resto de asignación que queda depositada.

Pero las salitas del barrio no dan abasto con los pocos pediatras que hay, las mamás tienen que ir a sacar turno a la madrugada (¡¡¡no al hospital, a la salita del barrio!!!).

Las escuelas están llenas de niños y niñas, ¡excelente!, todos deben tener derecho a una educación “digna”, pero las maestras trabajan con 30/40 alumnos promedio en condiciones muy deplorables, (¿es necesario ahondar en el estado de las escuelas?, de la formación de las maestras?, de las condiciones de salud y trabajo que tienen que soportar?, de las problemáticas sociales que tienen que enfrentar diariamente, sin que hayan aumentado los equipos de orientación escolar, el personal de apoyo…), ¿eso es digno?, ¿para quién?.

Es evidente que ninguna de esas funcionarias, ni menos que menos diputadas que se aumentan un 100% en sus dietas!!, y ninguna de esas académicas K provenientes de la educación “crítica” debe vivir con 1000 $ mensuales, ir al hospital público, viajar en colectivo y tren abarrotados de trabajadores, hacer interminables filas para sacar la SUBE y entonces es fácil hablar de la felicidad y la dignidad en que viven las mujeres argentinas luego de que les fuera otorgada la asignación universal…